Sucedió hace más de un mes pero en las últimas horas quedó esclarecido con la detención de dos trabajadores rurales.
Por FdR
Los 13 corderos intentaron buscar un poco de comodidad adentro del Ford Escort. Era de noche y en el campo apenas si se escuchaban otros ruidos. Solo las quejas de los animales cada vez que recibían un empujón del cuatrero que los aplastaba contra las ventanillas y los asientos. Amuchados, compactados, resignados, los corderos mezclaron sus balidos cuando el vehículo se puso en marcha y salió disparado por el camino vecinal hacia General Pirán.
Un mes después, en la mañana del miércoles, policías del Comando de Prevención Rural de Mar Chiquita detuvieron a dos hombres de 40 años acusados de ser los autores de la felonía. Uno de ellos trabajaba en el establecimiento rural de donde fueron robados los corderos, los que, salvo tres sobrevientes, los demás ya han sido o comidos o faenados de cara a las fiestas de las semanas próximas.
El fiscal Rodolfo Moure, de la fiscalía descentralizada, junto al instructor Diego Benedetti, tomó en las últimas horas declaración a los dos detenidos aunque fue un trámite vacuo: ninguno de los imputados aceptó dar su versión de los hechos ante la evidencia en su contra.
Lo del robo de corderos en un campo próximo a General Pirán contiene lo que no puede excluir, es decir, aristas bizarras, llamativas, aspectos que para el citadino son extraños pero que, por el contrario, para la gente de campo pueden aparecer como más familiares.
Todo comenzó con el robo de los 13 corderos, naturalmente, aunque el verdadero impulso de esta historia lo dio el productor agropecuario damnificado, quien al notar el faltante se animó a hacer algunas averiguaciones por su cuenta. Así fue como pudo saber, días después, que en Pirán había una persona que vendía los corderos a solo 800 pesos, un precio más que atractivo para cualquiera.
Conocido el casi seguro destino de los animales, el productor hizo la denuncia y la fiscalía empezó a investigar hasta que descubrió el trasfondo del hecho.
Lo primero que se estableció fue que el dueño del Ford Escort había sido estafado en su buena fe, convencido de que estaba haciendo un favor a un trabajador del campo. “No pudo saber que en realidad se los estaban robando porque quien le pidió llevar los corderos era un empleado del lugar”, explicó una fuente.
Los investigadores supieron que el conductor del Ford recibió por parte de pago cuatro corderos por el transporte. Dos de ellos acabaron en sendos banquetes en su casa, mientras que los otros dos fueron vendidos. Por 800 pesos.
Otras diligencias permitieron confirmar quién era el trabajador infiel y su cómplice. Por eso fue que la policía allanó en los últimos días un domicilio de la calle Alem sin número en la zona de quintas de Pirán, donde encontraron los últimos tres corderos vivos. También allí secuestraron herramientas para el faenado de animales.
Los dos únicos imputados -porque al dueño del vehículo se lo liberó de cualquier responsabilidad penal- fueron detenidos y ahora afrontarán, además de cierta mala reputación en el pueblo, cargos por el delito de abigeato doblemente agravado.
Los cuatreros llenan hoy una celda en Batán y podrían recibir una pena de más de 4 años de prisión.
En tanto, el productor agropecuario aguarda ahora la recuperación de los animales sobrevivientes, aunque esta condición vital devendrá en abstracta en los próximos días.